- Debiste dejarme llamar a emergencias...- murmuré jugando con mis manos por debajo de la mesa.
- No fue tan grave- me respondió tranquilamente sin dejar de teclear en su teléfono- Además, nadie ajeno a este lugar puede entrar.
-¿Por qué?- pregunté con cautela, él apartó la mirada del celular y me observó en silencio por un segundo, antes de volver a concentrarse en su teléfono.
-Por cierto, hiciste un buen trabajo con mi herida, gracias- Los recuerdos volvieron a mi mente, incomodándome.
-Eso...de nada...
-La próxima vez que vayas a curarme, no te quedes mirándome, es incómodo- mi mirada se precipitó hasta él.
-No estaba mirándote- respondí rápidamente, sentiendo un hormigueo en mis mejillas.
-No todo el tiempo estuve inconsciente, niña - su sonrisa relampagueó brillante, sin dejar de mirar su celular.
-¡No te miraba!
-No me malinterpretes, está bien si una chica me mira, pero...- Se irguió y señaló su torso marcado, obligandome a apartar la mirada- Esto es contenido adulto-