Un juego peligroso (1era. Parte)
El mismo día
Londres
Grace
Alguna vez pensé que no volvería a pisar una fiscalía. Después de la muerte de Jeffrey, de los años intentando recomponerme por dentro, me prometí que dejaría atrás los casos penales. Elegí otras batallas. Aquellas donde la justicia no se dictaba con un veredicto, sino con la oportunidad de sanar. Casos de violencia doméstica, de mujeres rotas, de voces silenciadas. Tal vez porque en esas causas encontraba una forma menos desgarradora de hacer justicia.
Y sin embargo, la vida —ese animal irónico y terco— volvió a empujarme al centro del huracán. Esta vez, con el rostro de Rachel Miller. No tenía la intención de aceptar su defensa. No al principio. Pero entonces apareció Matthew. Su voz no era la del fiscal imperturbable que todos conocen. Era la de un hombre desesperado, ahogado en un conflicto que lo superaba. Lo conozco demasiado bien como para no escuchar el grito escondido entre líneas.
Y acepté.
Rachel… Rachel era un caos contenido. Una mujer que se afe