Pistas, miedos y más (2da. Parte)
El mismo día
Londres
Matthew
Creo que esto es un castigo. Un castigo por haber sido un cobarde. Por no haberla defendido cuando debía. Por haberla escondido en un rincón de mi vida mientras el resto del mundo ocupaba el centro. Rachel… ella es la dueña de mi corazón. Y lo supe desde el principio, aunque no tuviera el valor de llamarlo por su nombre. Me ató sin pedirme nada, sin presionarme. Y yo, idiota, creí que podía jugar a dos mundos sin consecuencias.
Grace me lo advirtió. Me lo repitió una y otra vez. Yo tenía en mis manos la llave de su libertad. Y aun así, decidí moverme en las sombras, protegernos a los dos sin ruido, sin conflictos. Pensé que bastaba con buscar en el lugar correcto, con encontrar esa fisura que probaría su inocencia. Pensé que el tiempo estaba de nuestro lado. Qué estupidez.
Ahora estoy acá. Sentado en esta maldita sala de emergencias de un hospital cualquiera, a unos kilómetros de la prisión donde casi la matan. Las luces blancas me taladran los ojos, el ol