Capítulo: Un testigo de inocencia.
Anahí sintió cada beso como fuego sobre su piel, cada caricia como una promesa silenciosa.
El cuerpo de Alfonso vibraba contra el suyo, incapaz de contener lo que llevaba meses —quizás años—, encerrado.
Era extraño.
Desconcertante.
Nunca, antes había deseado tanto a una mujer… nunca con esa intensidad que ahora lo consumía por dentro.
No era solo deseo. Era necesidad, anhelo, hambre de ella.
Desde aquella noche con Anahí, no había estado con ninguna otra mujer.
No por falta de oportunidades, sino por culpa.
Por Edilene.
Por haber traicionado a su ex prometida, la mujer a la que le había prometido una vida.
Y, sin embargo, en ese momento, en esos brazos, se dio cuenta de algo que lo estremeció:
Anahí no solo lo deseaba… también lo redimía.
Era la primera mujer desde Edilene que le despertaba las ganas de amar, de entregarse, de sentir otra vez.
Su respiración era agitada, sus cuerpos ardientes, entrelazados como si fueran uno solo.
No había vuelta atrás.
Sus manos se buscaban como si e