Hermes observó a Darina, tan débil, tan frágil…
Sus piernas apenas la sostenían, su piel pálida y sus labios temblaban.
Sin pensarlo, la alzó en brazos como si fuera de cristal.
—Llévenos al departamento. Ahora —ordenó con voz firme, mientras el auto arrancaba.
***
En el departamento, todo era paz y risas infantiles.
Los niños llegaron con la niñera. Al abrir la puerta, corrieron al interior buscando con sus ojitos curiosos.
—¡Mami! ¡Papito! —gritó Rossyn, con un puchero en los labios—. ¿Por qué no están? Los extraño mucho… y también quiero un regalo.
La niñera sonrió con ternura y acarició su cabello con suavidad.
—Papá y mamá fueron a trabajar, pero volverán pronto.
Mientras tanto, les dejaron dulces y pastel para que no los extrañen tanto.
Rossyn, Helmer y Hernán dieron pequeños saltitos de emoción.
Se sentaron en la mesa, y aunque los platos estaban llenos de sopa caliente y verduras, el pastel en la cocina era lo único que les interesaba.
Rossyn miró las verduras como si fueran su