Elara observa en silencio a la mujer que se sienta junto a ella, al borde de la cama. Evelyn mantiene los dedos entrelazados sobre el regazo, la mirada perdida en algún punto invisible, con una expresión ausente, casi melancólica. En ese instante, Elara lo comprende: Evelyn no está aquí por deber… está aquí por amor. Ella no. Ella está aquí porque fue arrancada de su mundo, arrastrada entre sombras y secretos, y ahora se aferra a esta venganza como única razón para respirar. No vino a buscar esposo, ni redención. Se quedó para descubrir quién asesinó a su madre y para hacerle pagar… de la peor forma. Ese escondite, ese pasadizo oculto bajo el palacio, no es un simple refugio. Es parte de su estrategia. Un lugar desde donde podrá observar sin ser vista. Planificar y concentrarse en sus estrategias, para luego atacar sin previo aviso. —No entiendo del todo