91.
AURORA
La casa estaba adornada con pétalos de rosas por todo el suelo y velas iluminando el camino; es hermoso, realmente hermoso, aunque no pudiera disfrutarlo como debería.
Kayne me tenía atrapada entre sus brazos, con sus labios danzando por mi cuello y boca, sin darme tiempo a admirar nada.
Sus manos aprietan con fuerza mis nalgas mientras mis propias caderas se mueven disfrutando del roce sobre la tela.
Estaba ardiendo sin tocar las llamas, consumida por el deseo ardiente de su boca y sus caricias.
Mi cuerpo entero estalla en chispas eléctricas que me recorren hasta el más mínimo centímetro de piel, tan hipnotizante que no quería apartarme.
Caemos en la cama sin dejar de tocarnos, sin dejar de besarnos, sin ningún espacio entre nosotros.
Mi boca toma la suya con la misma hambre, disfrutando de su sabor y del calor de su lengua acariciando la mía.
Nuestro aroma se mezcla; mis jadeos excitados y sus gruñidos se funden en una sola pieza que llena la habitación, haciendo el m