66.
AURORA
Abrí la habitación de Samantha de un golpe; ella se sobresaltó al verme entrar, toda hecha un desastre.
—¿Estás bien?
—Dime… dime algo.
Ella asintió, ayudando a sentarme.
—¿Conoces los vínculos de la sangre real?
—Demasiado, diría yo. Mi madre tardó cinco años explicando cada detalle.
Era en la única en quien podía confiar por ahora, porque ni en su madre podía. Recuerdo muy bien que ella me dejó a mi suerte en ese bosque con su hijo, sin saber si iba a matarme.
—Si el vínculo entre un Rey y su compañera se llegase a romper, pero la otra parte no acepta el rechazo, ¿pueden sentirlo todo?
—Pueden, hasta que la otra parte no acepte el rechazo, puede.
Literalmente, me eché a llorar delante de ella, sin importar que me viera. Él me había mentido y como tonta, había caído.
Quizás su vínculo conmigo no es de compañeros, es de otra cosa, para ser su malditâ concubina o algo.
—¿Por qué lloras? ¿No me digas que la malditâ bruja esa te dijo algo? Espera y verás que le voy a r