63.
KAYNE
Crucé el pasillo hacia las escaleras y, justo en ese momento, vi a mi tía observándome con una calma inquietante.
Sus ojos brillaban, sus labios se movían en palabras silenciosas que solo ella entendía, y sus manos permanecían extendidas, moviendo sus dedos ligeramente como si estuviese tocando hilos ligeros.
Éramos solo ella y yo en el pasillo; no había nadie más, pero eso no fue lo que me preocupó, sino la magia que sentía a nuestro alrededor.
—Kayne— murmuró por fin, dando un paso adelante. No me moví a pesar de sentir la piel erizarse por lo que la rodeaba.
Esperaba sus palabras, lo que veía, deseando que su visión terminara.
—Tu destino es proteger, guiar, cuidar, pero te veo rodeado de sangre, muerte, un campo cubierto por cuerpos internacionales que titilan entre los tuyos y tus enemigos. Ten cuidado porque lo que has escogido va a ser corrompido.
Cerró los ojos, dejándome confundido, con el ceño fruncido, procesando una visión que parece simple sin serlo.
Sus vis