61.
AURORA
Kayne sonrió, una de esas sonrisas orgullosas cuando sabe que me tiene, y realmente lo hace.
Su boca bajó por mi cuello, dejando besos, un rastro húmedo y ardiente que me tenía al borde. Cada pequeña mordida, cada pequeño beso me hacía temblar.
Bajó hasta mis pechos, jugando con mi pezón entre sus labios, recorriéndolo lentamente con su lengua.
Una deliciosa tortura que estaba disfrutando como nunca.
—Kayne— gemí su nombre cuando engulló por completo uno de mis senos, probándolos, chupándolos, mordiéndolo a su antojo.
Yo me retorcía bajo su cuerpo, mis manos aún sobre la cabeza sin poder tocarlo; todo lo que podía hacer era clavar mis uñas en sus manos.
Con un sonido sonoro, soltó mi pecho para tomar el otro, dándose un buen festín mientras su otra mano comenzaba a descender por mi abdomen.
Una de sus rodillas separó mis piernas; el aire frío golpeó mi feminidad sensible y húmeda, anticipando lo que vendría.
—Hmmss…— me mordí el labio para no gemir alto cuando sus dedo