19.
KAYNE
La vi alejarse en el auto y no podía hacer nada para retenerla conmigo. Lo vi en sus ojos cuando le dije que no podía irse, ese brillo, ese reto en su mirada que me decía que si la obligaba, iba a escapar.
Me di la vuelta y fui directamente hacia mi oficina, enterrándome en el trabajo que tengo como una forma de escapar y alejar mis pensamientos de ella.
Pero era inútil, no podía, no cuando sabía que algo pasaba en su manada, que esas marcas en su rostro no eran por entrenar, sino porque alguien más quería lastimarla.
«Espero que los hombres que mandaste esta vez cumplan con su trabajo de protegerla, Kayne, o te juro que esa miserable manada conocerá las consecuencias de tocar a mi hembra».
«Nuestra hembra, Alioth, tú pudiste haberla elegido, pero ella también es mía».
Su respuesta fue un gruñido molesto, caminando de un lado a otro con la frustración evidente en sus rasgos.
Todos han podido sentir mi cambio, mi dominio más sofocante, peligroso, asfixiante; muchos no lo entiende