Antes le dijo a Leonardo que podría ayudarle a ver a Francisco.
Pero él prefería venir él mismo y ser rechazado sino hablar con ella.
Natalie miró hacia el serviente, el serviente impaciente tenía una sonrisa en la cara y dijo sorprendido, —Natalie, ¿vienes a ver al señor Torres?
Natalie asintió y sonrió, —Señor Birlán, por favor, dile al señor Torres que he venido a verle.
El serviente llamado señor Birlán dijo inmediatamente: —¡No hace falta, si el señor Torres se entera de que estás aquí, se pondrá muy contento! Ven, te acompaño.
Natalie giró la cabeza le dio una mirada a Leonardo, dijo en voz baja.
—Me esperas fuera, seguro que lo ves hoy.
Después de decirlo, sin volver a mirar la expresión de Leonardo, entró con el señor Birlán.
Al entrar en el chalet y encontrar a Francisco tumbado en la cama, con los ojos cerrados, la cara un poco pálida y el ánimo no demasiado bueno, a Natalie le cambió la cara.
—¿Qué le pasa? La última vez que vine a ver al señor Torres, gozaba de buena salud.