Una risa helada salió del teléfono, —Diseñadora Álvarez, ahora no tienes ninguna posibilidad de pasar página. Te daré una cantidad de dinero, cégelo y vete de Imperialia, si Natalie se entera de lo que ha pasado entre nosotros, no te dejaré en paz.
Lara se estremeció y apretó los dientes, —¡Pero no quiero abandonar!
Lara sintió odio al pensar que Natalie había arruinado su carrera de diseñadora tan fácilmente.
—¿Qué puedes hacer? No eres capaz de enfrentarte a ella, así que no vuelvas a aparecer delante de mí.
Después de decirlo, Bertín colgó el teléfono.
En menos de una hora, Bertín mandó a alguien a entregar las cosas donde Lara se escondía.
Al oír que llamaban a la puerta, Lara se levantó y la abrió.
La puerta estaba vacía, salvo por una tarjeta bancaria y el pasaporte y el DNI en el suelo.
Lara recogió los objetos y apretó involuntariamente la tarjeta bancaria.
Se resistía a marcharse, Natadie le había arruinado toda la vida, pero Natalie seguía viviendo bien, ¿por qué?
Al pensarlo