Natalie se puso delante de él y le enderezó la corbata, sonriendo: —Ya está, me la he puesto torcida.
Leonardo le rodeó la cintura con los brazos y le susurró: —Espérame.
—Sí.
Leonardo salió en coche.
Cuando llegó al club, Matilda ya estaba inconsciente y en brazos de Carlos.
Si Carlos hubiera sabido que se vería sometido a una escena tan incómoda, se habría negado cuando Leonardo le pidió que ayudara a Matilda a gestionar el Esplendor Bordado.
En cuanto vio a Leonardo en la puerta del cuarto privado, Carlos dijo rápidamente: —Señor Ramos, no puedo más.
Leonardo se mostró indiferente, —Ya llamé al médico, aguanta un poco más.
Carlos: —...
Menos mal que no tenía novia, sino no podría explicar bien.
—¿Qué ha pasado esta noche?
—He traído aquí a la señorita López para hablar de negocios con un cooperante, y le dragó, cuando me di cuenta ya era demasiado tarde.
El rostro de Leonardo se enfrió, —No quiero volver a ver el nombre de ese colaborador en Monteflor. Tú bloquea todas las noticias,