Sacudió la cabeza, con voz débil pero firme: —Emiliano, no todo es culpa tuya. Venían a por mí y no me protegí.
Emiliano acarició la mejilla de Lucía, con los ojos llenos de remordimiento: —No, fui yo quien no te protegió. Debía estar más atento, con más cuidado.
Lucía sonrió: —Gracias.
Emiliano agarró con fuerza la mano de Lucía, como si quisiera darle todas sus fuerzas: —Lucía, no te preocupes. Haré que todos sepan que quien te haga daño lo pagará.
—Está bien.
Cuando Lucía se recuperó, Emiliano la llevó a casa.
Por la noche, las luces de la calle reflejaban sus largas sombras.
Emiliano estaba delante de Lucía, con los ojos llenos de expectación y nerviosismo.
—Lucía, sé que nos pasó mucho en este tiempo y que sufriste mucho. Pero espero que me des la oportunidad de empezar de nuevo, para poder compensarte. —La voz de Emiliano era grave y sincera.
Lucía parpadeó con emociones complicadas.
Ella sabía que Emiliano hablaba en serio, pero después de unos años, ya no eran las mismas person