—¿Sí? —Chloe sonrió condescendiente: —¿Parece que prefieres que tu familia salga perjudicada?
Erik parpadeó con miedo y rabia, respiró hondo e intentó calmarse: —Necesito tiempo para pensar.
—Por supuesto, puedes tomarte tu tiempo para pensarlo.
Chloe se levantó, se acercó a Erik y le dijo en tono amable: —Pero acuérdate de que mi paciencia es limitada. Si tomas la decisión correcta, tu familia estará bien.
Erik respiró hondo y miró a Chloe y dijo con frialdad: —Tres días como máximo y te daré una respuesta.
Chloe sonrió: —Vale, te espero.
Después de decirlo, se dio la vuelta y salió.
Mirando a su espalda, los ojos de Erik mostraban enfado y frialdad.
Por la tarde, la luz del sol se proyectaba sobre el escritorio de Leonardo a través de las persianas semicubiertas.
Estaba leyendo un documento, y de repente llamaron a la puerta.
Erik empujó la puerta, y entró con paso firme.
—Señor Ramos, siento molestarte, quiero hablar contigo.
Leonardo levantó la cabeza, captó con agudeza el sutil ca