—Aunque no me dejes, lo voy a decir. ¡No entiendo por qué sigues queriendo a la señorita Silva y no la recuperas!
A Leonardo le dolía un poco la cabeza, dijo con voz ronca: —No tenemos que estar juntos, ella tiene mejores opciones, el Grupo Ramos fue arrebatado por la familia Aguilar, y Mafresa sólo tiene el intelecto de una niña de ocho años. ¿Cómo puedo recuperarla?
—No hay nadie que la quiera más que tú, y con eso basta.
—Ya, deja de decir eso, subo a ver a Mafresa, ¡y no vuelvas a contactar con Natalie!
Al llegar a la puerta de Mafresa, a través de la puerta oculta, Leonardo vio que Natalie estaba limpiando la frente de Mafresa con una toalla.
Empujó la puerta y entró, dijo en voz baja: —Gracias, deja esto a la criada.
Natalie dijo sin levantar la vista: —No hace falta.
Al ver que ella no paraba, Leonardo bajó la mirada y no volvió a intentar persuadirla.
Después de cuidar de Mafresa durante más de una hora, por fin le bajó la fiebre.
Natalie la arropó y giró la cabeza mirando a Le