Leonardo miró hacia la puerta, Tadeo entraba con un par de policías.
Con una sonrisa de suficiencia en la cara, se acercó a Leonardo y le dijo: —Leo, malversaste ilegalmente los fondos de la empresa, filtraste deliberadamente los secretos de la compañía y evadiste impuestos, así que me veo obligatorio a hacer justicia.
Carlos apretó los dientes agitado y dijo: —¡Señor Ramos, no digas tonterías!
Tadeo rió fríamente: —Un perro no merece ladrar delante de mí.
Cuando se incorporó al Grupo Ramos, Carlos le había estado vigilando, tenía que escabullirse cuando quería hacer algo, y odiaba a Carlos. Después de que se llevaran a Leonardo, al primero que despediría sería a Carlos.
Leonardo le miró fríamente y le dijo palabra por palabra: —¡Tadeo, cállate la boca!
Tadeo sonrió y dijo: —Leo, te aconsejo que vayas a comisaría y colabores con la investigación, seguro que te ayudaré a dirigir bien el Grupo Ramos.
Un policía que estaba detrás de él se adelantó mostrando su identificación y le dijo ser