Sara Clark es una chica extrovertida y muy inteligente, con convicciones diferentes a las del resto de jóvenes de su edad; contra todo pronóstico en pleno siglo XXI, a sus diecisiete años sigue siendo virgen y cree en el verdadero amor. Sara es estudiante de una carrera administrativa, en la cual debe cumplir con su pasantía en una importante empresa “Virtual Reality”. Ben Collins, es un hombre divorciado, arrogante, obcecado y muy trabajador. A sus cuarenta años, tiene todo lo que muchos hombres desearían tener, una familia y el éxito en su empresa “Virtual Reality”. La traición de su esposa, lo hará dudar de que el amor existe; para él, el amor es sólo una estrategia de marketing personal. Jefe y asistente, se conocen de una manera poco agradable, pero aquel incidente provocará entre ellos un profundo deseo. Envueltos en un realidad llena de prejuicios y preceptos sociales, ambos deberán poner un límite y mantenerse alejados ¿Podrán Sara y Ben salir ilesos sin dejarse vencer por sus sentimientos? O por el contrario ¿Se dejarán vencer por sus sentimientos y lucharán por lo que sienten?
Ler maisSara se levantó rápidamente de la silla, se acercó al mostrador, pago con algunas monedas su café y se encaminó hacia la puerta, faltaban algunos minutos para cumplirse la hora de entrada a la empresa donde iniciaría sus pasantías como asistente administrativo. Con una de sus manos intentó abrir la puerta lentamente, sujetando en la otra el vaso de café y tratando de no derramar su contenido. De pronto, sin darse cuenta, tropezó y vertió su café sobre el elegante y costoso traje del apuesto hombre que venía entrando al mismo tiempo que ella salía.
—¡Oh por Dios! —dijo con la boca abierta al ver lo que acababa de ocurrir— Disculpe señor por favor —se excusó la joven apenada por lo sucedido. Mas, la reacción de aquel hombre fue inesperada y sorpresiva para ella.—Es usted una tarada. Mire lo que acaba de hacer —la tomó del brazo con fuerza y la estremeció.—Le pido disculpas, no fue mi intención. —contestó un tanto nerviosa al ver la actitud violenta de aquel desconocido.—¡Cálmate Ben, fue sólo un inconveniente. —le susurró su acompañante, la mirada fulminante de él hacia su acompañante, fue suficiente para que este, permaneciera mudo.—¡Eres una chica torpe! No sé donde traes la cabeza —ella abrió sus grandes ojos verdes, como si fuera a dispararlos.—Le dije que fue sin querer ¿Qué espera, que le compre un traje nuevo o que le lave el que lleva puesto? —respondió de forma irreverente.—Ya desearías tú tener el dinero suficiente para comprarme uno igual a este. —respondió de forma burlona, intentando humillar a la joven.—¡Pues yo seré pobre, pero usted es un viejo amargado y grosero! —contestó sin ningún tipo de remilgos.Ben la miró atónito. Nadie se había atrevido a hablarle de aquel modo.—¡Insolente! —la soltó violentamente, al escuchar a su amigo murmurarle:—Ya déjala, todos nos están mirando. —sacó un pañuelo y se lo entregó.—Me importa un carajos —respondió iracundo, tomó el pañuelo y lo frotó contra la mancha de café.Sara aprovechó para escabullirse de aquel lugar y correr hacia la empresa, que por suerte para ella, quedaba a pocos metros de la cafetería. Finalmente llegó a aquel edificio, miró el imponente cartel en letras doradas "Virtual Reality". Sí, era allí, justamente donde iniciaría esa nueva etapa de su vida; pasó su mano aún mojada de café, sobre la chaqueta oscura de su uniforme azul. Se arregló el cuello de la camisa y se dispuso a entrar en aquel lugar. El vigilante la interceptó, antes de que pusiera un pie adentro:—¿A dónde se dirige señorita? —ella miró el nombre de aquel hombre bordado en su camisa y astutamente le dijo:—Señor Carlos, soy una de las nuevas pasante, voy un poco retrasada, ¿podría dejarme entrar, por favor? —lo miró suplicante; el hombre corroboró su nombre en el carnet que colgaba en su pecho.—Pase Srta Clark —Sara hizo un gesto con sus manos en agradecimiento.—Gracias, gracias —caminó apresuradamente, se acercó a la recepcionista y le preguntó por la oficina del jefe de administración.—Puede subir, es la oficina 5A. El señor Anderson aún no llega. Pero el resto de los pasantes ya están allí. —le respondió gentilmente la mujer.Sara se persignó. Por lo menos no recibiría una amonestación por llegar cinco minutos tarde. Subió al elevador, presionó el botón y se cubrió el rostro con ambas manos, para ser su primer día todo estaba yendo de mal en peor.Esa mañana como nunca, se quedó dormida; su reloj despertador no sonó a la hora que lo había programado, por lo que tuvo que vestirse y arreglarse rápidamente. Buscó sobre la mesa de noche, el carnet del instituto que la acreditaba como pasante, revisó las gavetas y tuvo que arrodillarse para buscarlo debajo de su cama, la media de nylon se quedó enganchada en pata de la cama y tuvo que quitárselas. Salió tan apurada de su casa que dejó olvidado el bolso con el almuerzo que le había preparado su madre. Tuvo que correr para llegar a tiempo a la estación del subterráneo que por poco la deja, ¿Qué más podía pasarle?La puertas del elevador se abrieron, ella colocó el pie fuera del ascensor, levantó la cabeza y todos sus compañeros la observaron sorprendidos; usualmente, Sara solía ser la más puntual, siempre estaba impecable y bien arreglada, pero esa mañana parecía ser otra persona.—Sara —la nombró en voz baja su amiga Ann. Ella caminó apresurada hacia ella. La saludó con un beso en la mejilla.— ¿Qué te pasó? Parece que te hubiera llevado un huracán.—Me pasó de todo, en el cafetin me tropecé con un ogro que de paso me trató como a una pordiosera.—Pues, casi no se equivocó, pareces una indigente. Arréglate el cabello y hueles a puro café. —dijo con repulsión y se tapó la nariz con el dorso de la mano.—Me bañé en café, Ann. ¿A qué otra cosa podía oler?Ambas chicas se quedaron mudas, al escuchar los pasos de la asistente principal de Davis Anderson, el CFO de la empresa.—Buenos días, jóvenes. Yo soy Eliza Ferrer, su supervisora directa y asistente del Sr Davis Anderson. Sean bienvenidos a la empresa. —dijo con cordialidad— Van a acompañarme, por este pasillo hasta la sala de juntas —señaló con su mano— El Sr Anderson y el Sr Collins, llegarán en pocos minutos. Allí se presentarán y cada uno de ustedes recibirá información del departamento en el cual deberán trabajar.Los cinco jóvenes caminaron detrás de la elegante rubia.—Wow! Que me toque con ella —murmuró Frank, mientras devoraba con los ojos las curvas de la elegante mujer.—Pues con lo sortario que soy, capaz que me toca a mí —respondió Richard en tono sarcástico.La asistente se abrió paso y los cincos jóvenes entraron. Cada uno de ellos se quedó parado al lado de los asientos que bordeaban la elegante mesa de vidrio.—Pueden sentarse chicos; pero en lo que entren por esa puerta los jefes, deben recibirlos de pie. Recuerden que debemos ser respetuosos y muy tolerantes con ellos. Es importante, que entiendan que la primera impresión que ellos tengan de cada uno de ustedes, les permitirá recomendarlos en otras empresas y con mucha suerte, formar parte de "Virtual Reality".Sara suspiró profundamente, aquel era su sueño: trabajar dentro de una empresa con el prestigio que poseía "Virtual Reality", pero su idea cambiaría muy pronto.—Creo que es hora de dar el siguiente paso —dijo Ben, mientras Sara recuperaba el aliento luego de aquel desenfrenado encuentro en la tina, mientras Amanda cuidaba de la pequeña. —¿Cuál pasó? —preguntó ella exhausta. —Casarnos mi amor, quiero que seas mi esposa. —Para Sara aquello fue realmente una sorpresa, no pensó que Ben le haría aquella propuesta.— ¿aceptas? —Sí, sí, sí —respondió emocionada, mientras rodeaba su cuello con sus brazos dejando que sus senos turgentes se amoldaran a los pectorales firmes de Ben. Los preparativos de la boda quedaron a cargo de Jade, quien a pesar de todo, deseaba ver a su padre feliz. Su madre había cometido un grave error y deseándolo o no, debía pagar muy duro por ello. Algunos errores se pagan muy caro. Ann y Eliza serían las madrinas de la boda por parte de Sara y Michael y Andrew, los padrinos por parte de Ben. Richard, quien luego de graduarse como asistente administrativo comenzó a trabajar como asistente de una prestigiosa empresa d
Ahora que la pequeña Sara había nacido, Ben se sentía feliz; aunque, habían algunas cosas que le preocupaban.—¿Qué haré cuando deba llevarla al colegio? Todos pensarán que soy su abuelo y no su papá. —dijo mientras mecía a la pequeña Sara entre sus brazos. Sara tuvo que apretar los labios para no dejar escapar una carcajada. —No te preocupes por ello. Estoy segura que nuestra hija se sentirá orgullosa de decir “es mi padre” igual que yo de decir ¡Es el amor de mi vida! —Ben sonrió. Realmente era una nueva oportunidad de vivir, a pesar de su miedo de volver a cometer errores. Ese sería el mayor de los retos que él debería enfrentar.A diferencia de sus otros hijos, de quien poco pudo disfrutar al estar todo el tiempo trabajando, Ben, ahora sabía que no todo era lujos en la vida, que su ausencia, el no haber estado junto a ellos, los obligó a crecer con miedos e inseguridades.—Creo que ya se durmió —dijo él mostrándole a la niña, Sara asintió.—Ven, dámela. —extendió sus brazos
La mañana siguiente Sara despertó algo tarde, no había logrado conciliar el sueño rápido. Sólo ansiaba que los días pasaran rápidamente y ver a su amado CEO. Cuando tomó su móvil vio que faltaba poco para la hora de salir a la empresa; se levantó apresuradamente de la cama para alistarse, se asomó desde la ventana y vio que su padre ya se había ido al trabajo, le tocaría tomar un taxi para llegar a tiempo. Bajó las escaleras y fue hasta la cocina, Amanda estaba preparando las panquecas con miel preferidas de Sara. —Buenos días mamá —besó su mejilla. —Te quedaste dormida, ya tu padre se fue. Pero me dijo que podías llegar un poco tarde, así que te preparé unas paquetes con miel —Sara sonrió, pero al Amanda colocar el plato frente a ella, Sara sintió repentinamente náuseas, se cubrió la boca con la mano y fue hasta el baño. Amanda fue detrás de ella. Sara le cerró la puerta y comenzó a vomitar; vomitó hasta que sintió el sabor amargo de la bilis en su boca. —¿Que te sucede hija?
Luego del discurso, Sara se reúne con sus tres compañeros para celebrar su graduación. —¿A dónde iremos? —preguntó Ann— Debemos celebrar juntos, somos un equipo.—Claro, conozco un lugar increíble, es nuevo. Tengo un amigo muy amable que nos puede dejar pasar a la zona VIP. —propuso la chica asiática.—Sí, vamos —respondió Sara. Aunque intentaba disfrutar con sus amigas, la presencia de Ben aquella noche había despertado en ella aquel pasado reciente y volátil que encendía su ser y sus entrañas.—Iremos en el auto que me regaló mi padre —intervino Richard señalando el Aston Martin deportivo V6 color plata.—Wow! No sabía que tuvieras un padre rico, siempre creí que eras ¿pobre? —dijo Leah. —No me gusta andar pregonando por allí que soy el hijo del famoso Ronald Barker, el futbolista.—¡No te puedo creer! Es un hombre super apuesto y joven —exclamó Leah.—No es tan joven, tiene casi cuarenta años, y le fascinan las niñas como tú. —¿Por qué no lo invitas? Me encantará conoce
Los días transcurrieron rápidamente, y poco a poco, todo comenzaba a mejorar para Sara, ella y sus padres estaban juntos. Mientras arreglaba su nuevo cuarto, su madre preparaba la cena. Era un suelo hecho realidad, ver a su madre feliz, tener una enorme casa sin tener que estar pendiente del pago de alquiler, faltaban apenas semanas para su graduación como asistente administrativo. Mas, su felicidad era incompleta, Ben ya no estaba a su lado. Se sentó en la cama, comenzó a doblar su ropa para guardarla. Encontró aquel primer conjunto de ropa íntima que estrenó en Grecia y con él llegaron a su mente todo y cada uno de los momentos vividos con su jefe. Extrañaba sus caricias, sus besos, sus labios y lengua recorriendo palmo a palmo su piel, su cuerpo, su sexo. Revivió aquel primer encuentro y fue inevitable sentir sus fluidos vaginales y las contracciones de sus paredes vaginales, latiendo al ritmo agitado de su respiración, se tendió en la cama y comenzó a acariciar su propio sexo, l
—¡Oh por Dios! Realmente no pensé que fuese capaz de hacerle daño a Sara —exclamó Amanda, mientras Davis relataba lo que Frank Cox le había contado.—Ni yo mismo que llevo veinte años conociéndola me imaginé que fuese tan obsesiva. Cuando la conocí era extrovertida, pero eso no significaba que fuese mala, por eso se la presenté a Ben. Sara estaba sorprendida ante aquel plan escabroso que Erika había planeado en su contra; ante el deseo de tener todo lo que deseaba Erika era capaz de asesinar a alguien para obtenerlo. —No sé qué decir, papá. Todo esto me aturde y me llena de ansiedad. —Yo estoy aquí contigo, nada te va a pasar, mucho menos ahora que está detenida, Gianella se ocupará de que no salga de alií durante un buen tiempo. —¿Y Frank? ¿Qué va a pasar con él? —Tendrá que pagar también por lo que hizo, aunque tal vez mucho menos tiempo. Todo lo que hacemos, bueno o malo, tiene consecuencias y lamentablemente él tendrá que hacerse responsable por sus actos.Sara permane
Último capítulo