Hugh Glenn rio en su cara.
—¡No te dije que esta perra era la peor de todas, ahora lo has visto con tus propios ojos! Pero ¿Qué hiciste? ¿Me enviaste a la cárcel tantos años?
Andrés se puso frente a ese tipo.
—¡Eras un delincuente, no merecías un destino diferente!
La empleada llegó.
—¿Señor? —exclamó al escuchar los gritos.
—¡Llama a los guardias! Este delincuente se va a ir de mi casa —sentenció
—Puedo irme solo, querido, pero no olvides como está mujerzuela te engañó conmigo, y no sabes cómo lo disfrutamos.
Andrés le dio un fuerte golpe en el rostro, los guardias intervinieron.
—¡Saquen a esta basura de aquí! —exclamó con rabia.
Cuando quedaron solo, Andrés alzó la mano, estuvo a punto de golpear a Fátima, pero se detuvo.
—¡Vales tan poco, que ni un golpe mío lo vales! ¡Te vas de mi casa! No quiero volver a verte.
La mujer abrió ojos enormes, no podía creer en sus duras palabras.
—¡Andrés, por favor!
ÉL la tomó del brazo, la empujó con fuerzas
—¡Ve por tus cosas! —gri