Evana sentía a Marcus muy cerca, de pronto escapó de sus manos.
—Yo… lo siento, ahora… no puedo —esas palabras le dieron temor
Marcus la miró bien, bajó la mirada, entendió a que se refería.
—¿Es por Álvaro? ¿Es que aún lo amas?
Evana lo miró como si hablara como un loco
—¡¿Qué dices? ¡Claro que no! Solo que… es muy rápido para mí…
Marcus asintió, podía entenderlo, ella hace menos de dos meses tuvo a un hijo que murió al nacer, Álvaro la engañó, intentó matarla, él la desposó solo por venganza, ¿Ahora pedía hacer el amor? Debía darle tiempo, y a él no le importaba esperar, siempre y cuando ella estuviese a su lado.
—Yo esperaré, no hay prisa.
Sus palabras la sorprendieron, Evana hundió la mirada, avergonzada.
Él sonrió.
—Es tarde, vamos a cenar fuera de este lugar, que se ha convertido en una cárcel para los dos.
Ella sonrió, asintió, salieron de casa.
Durante la cena, Evana no dejaba de pensar en él, Marcus era tan elegante, tan perfecto que toda la gente lo miraba siempre