Natalia no había dormido nada, estaba exhausta, cuando un guardia se acercó, abrió la puerta, y le indicó que podía salir, que era libre.
Ella sintió un gran alivio, se levantó y salió de ahí, Evana se levantó al verla, la abrazó con fuerzas.
—Mi niña, estoy feliz de que estés libre.
Natalia tuvo que firmar aún unos papeles, Marcus llegó y la abrazó.
—Al fin, hija, lamento que hayas pasado por esto —dijo Marcus recordando lo horrible que habían sido esos últimos días.
Natalia lo abrazó.
—Al fin, padre, solo vayamos a casa, olvidemos esto.
Evana y Marcus asintieron.
Evangelyn estaba en casa, cuando recibió la noticia de que Natalia iba en camino estaba feliz. Colgó la llamada y pidió que ayudaran para preparar la comida favorita de su hermana para recibirla.
Cuando Natalia llegó junto a sus padres, Evangelyn abrazó a Natalia.
—¡Hermana! Debes estar tan agotada, hice que prepararan tu comida favorita.
Natalia sonrió.
—Gracias, ahora debo ir a darme un baño y vendré a comer.