―¿Cómo es que llegas en este momento? —Selene habló casi en un jadeo, pero entonces una risita de parte de Zander resonó en el lugar.
Parecía burlarse ante el hecho de que ella con un simple toque ya había caído sin duda, pues ese hombre la tenía a sus pies y él lo sabía, por lo que no le sorprendió el hecho de que aquel sin más, solo tocara de nuevo en su entrepierna, y ella intentara por todos los medios tragarse aquel gemido que tenía atorado desde el inicio en su garganta.
―¿Dime? ¿Qué es lo que quieres? —Selene jadeó, en el momento en el que Zander apretó su ropa interior a un costado, dejando su intimidad expuesta ante él.
Mientras Selene no lograba que sus pensamientos fuesen coherentes, pues ni siquiera aquella propuesta que había estado pensando desde que él se había marchado lograba llegar a ella de manera cuerda, pues no dejaban de llegar una y otra palabra, nada que tuviese la mínima inteligencia que se suponía que tenía cuando se trataba de negocios.
―¿Dime? Quiero que lo