—Estamos encantados con ella —comentó mi madre, luciendo orgullosa.
Me encantaba que mi familia aceptará tan bien a Margaret, me alegraba de poder darle alguna alegría y que se sintieran orgullosos de mí, ya que no había sido precisamente un hijo modelo.
Le tendí la mano a mi chica, que vino rápidamente a mi lado, la abracé y besé su pelo.
—Eres una cajita de sorpresas, nena —ella me abrazó de vuelta—. Has conseguido que mi familia te ame.
Hablamos un rato con los invitados y presenté con orgullo a mi novia. Era elegante, derrochaba clase y educación, hablando amenamente de cualquier tema de conversación.
Todos quedaron encantados con ella.
Luego de las presentaciones, busqué a mí chica con la mirada; estaba con Katia hablando en el sofá, ella me miró y me sonrió, yo le guiñé un ojo.
Vi a Liliane, una amiga de Katia que siempre había estado encaprichada conmigo. Mi hermana le presentó a mi mujer y Liliane la miró con mala cara.
De acuerdo, se acabó. Iba a buscarla.
—Nena —rodeé su ci