Un giro inesperado (2da. Parte)
La misma noche
New York
Alexander
Con un sujeto como Gabriel Moreau no servía la diplomacia. Con él solo funcionaba la fuerza bruta, o directamente sacarlo a patadas. Ante su silencio provocador, Nicholas dio el primer paso; yo lo seguí sin pensarlo. Entre los dos lo echamos de la mansión como al oportunista que era. Pero Claire sabía que no bastaba. Lo vi en sus ojos: ese brillo inquieto de quien entiende que apenas habíamos arañado la superficie del problema. Y sin dudarlo, se volvió contra mi madre.
Tal vez estaba harta de secretos. Tal vez seguía alterada después de su conversación con Octavio Robinson. O simplemente estaba cansada de ver cómo Victoria Harrington pretendía que nada la afectara.
Mi madre mantenía su pose gélida, como si no hubiéramos sido amenazados por un psicópata en nuestra propia casa. Para colmo, despreció a Claire con un gesto mínimo que me incendió la sangre. Y no conforme, arremetió contra Elizabeth.
La señaló como culpable de habernos expuesto. Tenía razón