El comienzo de algo más profundo (1era. Parte)
La misma noche
New York
Alexander
Estaba aturdido, emocionado, feliz… e incrédulo. Cuando Claire insinuó un bebé en camino. La realidad fue que después de la pesadilla que vivimos, todo parecía irreal, distante, casi un sueño febril, y ya en sí era un milagro estar vivo… o tal vez todavía seguía en coma. Entonces necesitaba escucharlo de sus labios, con todas las letras. Necesitaba que me dijera “seremos padres”.
Cuando lo dijo la felicidad no me cabía en el pecho. Quise gritar, levantarla, bailar con ella. Pero mi cuerpo apenas reaccionaba; la cirugía me tenía agarrotado y vulnerable.
Y ahí estaba recostado en la cama del hospital, con la mano extendida sobre su vientre, los ojos cristalizados y el corazón golpeándome contra las costillas. Ella me sonreía, temblorosa, cuando le escuché preguntar por mi madre.
Guardé silencio un instante. Algo distinto me pellizcó el pecho.
Mi voz salió ronca, controlada:
—Claire… ahora solo preocúpate por este pequeñín. Olvídate de lo que piensen los