Entre el amor y el odio (2da. Parte)
Dos días después
New York
Alexander
Dicen que toda acción tiene un efecto. Y vaya si se cumplió la regla, porque lo nuestro detonó un infierno en cuanto revelamos nuestra relación frente a nuestras familias. Primero hubo silencio, después incredulidad, luego esa rabia contenida que busca un motivo para estallar. Y al final todos opinaron… o más bien, reprocharon. Cada palabra más descabellada que la anterior, como si compartir la misma sangre les diera derecho a juzgar mi vida.
Por supuesto, mi madre no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo el control se le escurría entre los dedos. Victoria Harrington jamás aceptaría mi relación con Claire; para ella era una traición personal. No dudó en ensuciar su imagen, en hablar de decepción, en señalar a los Beaumont como culpables del accidente de mi padre. Y aunque siempre hubo algo que no encajaba en esa historia, Claire jamás habría apoyado a su padre en ninguna de sus artimañas.
Pero lo peor vino después, cuando mencionó lo del emb