Eran las cinco de la madrugada y, sinceramente, estaba bastante ebria.
Mi rostro ardía, me sentía mareada, no podía moverme con facilidad, los ojos me pesaban y el sueño comenzaba a vencerme.
—¿Quién es él? ¡Quiero que me lo digaaas ahora! —Kat señaló a un chico que estaba de espaldas a nosotras. Desde mi posición, se veía bastante guapo.
—¡No tengo idea! Pero sí, se ve muy guapo… —murmuré.
—¿Por qué no vas a saludarlo? —me propuso Kat con complicidad.
En ese momento, me pareció la mejor idea del mundo. No lo pensé dos veces y me dirigí hacia él.
—¡Ey! ¿Cómo te llamas? —le pregunté apenas estuve a su lado. Él se giró hacia mí, y yo le sonreí abiertamente.
—¿Francisca? ¿Estás ebria? —preguntó.
Me acerqué a él con picardía. Era muy atractivo. Sin pensarlo, me lancé a sus brazos y lo abracé con fuerza.
—¡Para nada! ¿Te conozco? —me separé un poco y lo observé fijamente.
Su rostro se me hacía familiar, pero en el estado en que me encontraba, reconocerlo era todo un desafío.
—¿Estás de b