María no dijo nada, pero la forma en que miró a Luciana transmitía un odio tan intenso que parecía querer borrarla del mundo.
Luciana alzó una ceja, encontrando la escena absurda. ¿Tanto rencor entre dos mujeres por un hombre que no valía la pena?
—Hazte a un lado —ordenó con voz cortante.
María apretó los puños.
—¡Luciana Torres, no voy a perdonarte nunca!
—Qué carácter tan imponente, señorita Campos —intervino Lucas mientras la apartaba con un empujón suave.
María lo miró con furia.
—¿Y tú qué? ¡No te metas!
—¿Y tú? ¿Por qué te metes tú? —respondió Lucas.
—Tú también estás en esto.
—¡Ella se está metiendo con mi hombre! ¡Claro que tiene que ver conmigo! —exclamó María, furiosa. —Lucas, será mejor que te comportes. Mi hermano es alguien ante el que incluso tu padre se arrodilla. Si te metes conmigo, no te va a salir gratis.
Sonaba muy amenazante. Pero Lucas no era de los que se acobardaban. Estaba acostumbrado a enfrentarse a su propio padre.
¿Y ella? ¿Quién se creía que era?
—Vaya, p