Catalina y Mariano no pensaron mucho en ello, asumieron que era algo que tenía que ver con el trabajo de su hija.
Luciana salió al balcón y cerró la puerta.
El tribunal la estaba notificando tras la admisión de su denuncia.
Normalmente, después de entregar una demanda, había que esperar al menos una semana para recibir una respuesta. Con suerte, tal vez tres o cuatro días.
Pero ella la había presentado apenas esa mañana. ¿Ya estaba admitida?
Aunque sorprendida, lo consideró algo positivo.
Respondió con un simple "Lo sé", y colgó.
Regresó a la mesa y siguió comiendo.
—¿Te llamaron para que regreses al trabajo? —preguntó Catalina.
Luciana asintió.
—Sí, en cuanto termine de comer me voy.
Aunque tanto Catalina como Mariano deseaban que se quedara más tiempo, sabían que su trabajo era importante.
Tras terminar la comida, Catalina, algo triste, acompañó a Luciana hasta la puerta.
—Vuelvan adentro —dijo Luciana con una sonrisa.
—En unos días vuelvo. Además, no vivo tan lejos.
Catalina, aunqu