Alejandro le arrebató el catalejo a Ricardo, que se quedó boquiabierto, mirándolo a los ojos.
¿Solo por escuchar el nombre de Luciana, ya se ponía así de alterado?
Si ya estaba en su despedida de soltero… ¿cómo aún no podía olvidarse de su exesposa?
—No estoy seguro —Ricardo respondió él con tono seco. No había alcanzado a verla bien.
—¿No me digas que olvidaste que hoy es su cumpleaños? ¡Si apenas llevan unos días de divorciados! ¿Ya se te borró de la memoria? Si es así, tú…
No la amas lo suficiente.
Esa última parte, Ricardo no se atrevió a decirla en voz alta.
Pero, Alejandro no era tonto.
Pudo leer entre líneas, y ya de por sí estaba de mal humor, así que con ese comentario se puso peor.
Le lanzó una mirada feroz a Ricardo.
—¿Olvidarse de un cumpleaños significa no amarla?
Ricardo torció la boca y no respondió.
Era obvio que Alejandro estaba irritado, y discutir más solo los llevaría a una pelea.
En cuanto a si la amaba o no… él mismo lo sabía mejor que nadie.
Claro que la quería,