Alejandro fue capaz de traicionar a Luciana, y en el futuro también podría traicionar a María.
—Que haga lo que quiera —Sebastián conocía bien el carácter de María; desde pequeña fue malcriada por toda la familia, y solo aprendería si tropezaba ella misma.
Ningún consejo serviría. Solo después de sufrir, podría abrir los ojos.
No siempre se puede convencer con palabras, pero los hechos te enseñan de una vez.
Brooks abrió la boca para hablar, pero se tragó las palabras. Conociendo a María, sabía que una vez que ella decidía algo, nada la haría cambiar de opinión.
Sebastián colgó la llamada y, cuando alzó la vista, notó una lancha detenida no muy lejos. La miró fijamente, intrigado.
Cuando se va al mar, en gran parte, es por la privacidad.
Era raro que dos yates se estacionaran tan cerca.
Como Alejandro y los demás estaban dentro de la cabina de mando, Sebastián, desde donde estaba, no podía verlos. Solo alcanzaba a distinguir que en la terraza del otro yate había algunas mujeres.
Se gir