Capítulo 89

No supe en qué momento me quedé dormida. Solo sé que, cuando desperté, mi cuerpo pesaba como si hubiera cargado toneladas de tristeza durante días. No tenía fuerzas ni para llorar. Cerré los ojos de nuevo, deseando que todo fuera un mal sueño.

El timbre me sobresaltó.

—¡Anita! —gritó Diana desde la puerta, sin esperar a que abriera—. ¡Ya nos enteramos!

Me senté en la cama, aún aturdida. Entraron sin más, Diana y Mathias, con bolsas de comida, refrescos y esa mezcla de preocupación y cariño que me hacía sentir un poco menos sola.

—¿Qué se enteraron? —pregunté, aunque ya intuía la respuesta.

—Que renunciaste. —Diana me miró con reproche y dolor—. ¿Cómo así, Ana?

—No podía más —murmuré, sin ganas—. No soporto esa oficina. Ver a Verónica todos los días con ese vientre enorme. Como si yo nunca hubiera existido… como si todo hubiera sido una ilusión.

Mathias se sentó a mi lado y tomó mi mano con suavidad.

—Lo mejor que te pudo pasar, Ana. Ahora podemos trabajar juntos en el nuevo proyecto.
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP