Vittoria abrió los ojos y sitió como algo la olfateaba con insistencia, de pronto el animalito peludo lamió su rostro y se le quedó mirando.
— ¿Y quién eres tú? — Preguntó tocando a la cosita peluda y graciosa — ¿De dónde saliste?
— ¡Terry! ¡Terry! — Escuchó a lo lejos la voz infantil que llamaba a su mascota — ¡Terry! Vamos, ¿Dónde te metiste? ¡Perro malo!
— Mmm… con que Terry, ¿He? Vas a tener que irte perrito, no quiero que me vean por tu culpa, vamos, vete, ¡Vete!
El animalito se sentó sobre sus patas traseras a mirarla, moviendo sus orejitas como prestándole atención.
— Lo que me faltaba, ¡Ser atrapada por culpa de un pulgoso…! a ver perrito, eres muy lindo y todo, ¡Pero necesito que te vayas con tu dueño! — Le dijo mientras se incorporaba pesadamente, se sentía débil y la cabeza todavía le daba vueltas.
— ¡Terry! ¡Terry! — Seguían llamando al bendito animal y él pulgoso nada que se movía.
Vittoria decidió q