Antonio respiró profundo después de emitir unas cuantas maldiciones mentales contra Francesco luego de haber visto en su imagen de salva pantallas una fotografía de Allegra y Francesco junior, una que seguramente la obtuvo de las redes, y procedió a ver los mensajes de texto que estaban llegando a nombre del doctor Locantore.
“Francesco, acabo de encontrar a la chica que atendí la otra noche, la joven que usted golpeó con el auto”.
— ¡Bingo! Ya apareció… — Se dijo Russo para sí mismo.
— ¿Quién apareció? — Era Carlo Santoni tras su espalda.
— Nadie, mi gato… estaba desaparecido… — Contestó de mala gana — ¡Equipo, debo retirarme, hay algo que debo atender, les agradezco mantenerme informado y no dejar ingresar a nadie dentro del departamento!
— ¡Pero es mi casa! ¿