Carlo se dirigió hasta la puerta y Giorgia corrió a la cocina para interceptar a Greta que servía un zumo de frutas para Vittoria.
— Dame eso, yo se lo llevaré a Vittoria — Giorgia tomó la charola de las manos de la mujer.
— Pero señorita, ese mi trabajo, además, no me molesta llevarle algo de comer a mi niña Vittoria.
— ¡Ya te he dicho que lo haré yo! — Le dijo cortante y perdiendo la clase.
El timbre seguía sonando de manera insistente, y Carlo se apresuró para abrir, sacó el pestillo y abrió para encontrarse con la enorme mole de músculo de Russo de pie junto a la puerta, acompañado del tipo elegante y estirado con aires de realeza que venía con él.
— Señores, supongo que son los de la policía, ¿Qué se les ofrece? — Saludó en tono neutro para evitar que su voz delatara su nerviosismo.
— Buenos días, señor Santoni, soy el Teniente Russo — Le dijo mostrándole su placa — Venimos a conversar con su señora esposa.
Carlo se tensó de inmediato, supuso erróneamente que la conversación serí