Al terminar su reunión e irse a comer, los dos asistentes comentaban lo bien que había resultado todo el informe y lo satisfecho que estaba el jefe con su labor.
–Tengo que confesarte algo –dijo Mateo.
–Soy toda oídos.
–Cuando el señor Hansen me anunció que tendría una compañera me dio temor, he llevado todo solo tanto tiempo que tenía sentimientos encontrados, agradecía la ayuda, pero me aterraba la incertidumbre de tus expectativas, no sabía si venías con buena actitud o no, pero al verte supe que serías buena, tu aspecto es tan confiable que me emocioné con la primera impresión.
–¿Confiable? Primera vez que definen mi aspecto así, me han dicho desde enemiga de la moda hasta adefesio.
–¿Sinceramente? Apostaría mi salario del mes a que debajo de esa ropa talla gigante, hay una figura despampanante, eres preciosa y ese rostro viene con todo, estoy seguro.
–¡Mateo!
–¿Qué? No soy ciego, tengo buena vista