Ignacio lo observaba sin dar muestras de lo que realmente estaba sintiendo al escuchar el despropósito de ese hombre, controlaba incluso su respiración para no resoplar y saltarle encima a ese degenerado corrupto.
–¿Usted está solo en esto?
–Bueno…, mi secretaria aparte de ser una llamita ardiente, tiene sus caprichitos y a mí me gusta complacerla.
–¿Confía mucho en mí o en usted mismo? Porque me sorprende todo lo que me está contando.
–Confío en mí y aquí entra lo que significa para mí que sea americano, usted es un extranjero tratando de invertir en una institució