En su fastuosa villa romana, Evana se acercaba a Ignacio quien estaba sentado contemplando el paisaje, le rodeó con sus brazos desde atrás y le dio un tierno beso en la mejilla.
–¿Puedo interrumpir tus pensamientos?
–Claro que sí amor mío, bienvenida.
–¿Todo bien?
–Espero que sí, sabes que desde niños no me pierdo ningún movimiento de mis hijos y tomé medidas extremas con los inconvenientes que tuvimos.
–Parece que supiste algo que no te agrada mucho.
–Se trata de Adrián y la capitana Barker, ahora la tiene trabajando para él y no conforme están bajo el mismo techo.
–Bueno, ella es adulta, supongo que no está allí contra su voluntad, porque es una mujer de carácter.
–Pues, resulta que le ha dado trabajo a nuestro hijo, no se ha rendido tan fácil a sus encantos y lo que se le ocurrió fue llevársela con él por dos semanas.
–¿Dos semanas nada más? Confianza en él si tiene… y mucha