Esa noche parecían una pareja muy bien llevada, luego de cenar recogieron entre ambos, ella lavaba los platos, él secaba, luego guardaron todo y dejaron la cocina impecable, al retirarse a la habitación, ella entró primero a la ducha, pero no tardó mucho en tener compañía, no se resistió, aceptó las manos de Adrián quitándole el jabón y recorriendo su cuerpo.
Fue realmente deliciosa la forma en que lavó su cabello y cada centímetro de su piel, ella se mordía los labios para no gemir y él estaba muy entregado a su labor sin dar cuenta de tener otras intenciones más que bañarla cuidadosamente.
Olivia tomó turno y comenzó a recorrer su musculoso cuerpo con la esponja, agradeciendo que el agua caía sobre ella porque se sentía sudar y salivar al mismo tiempo mientras tocaba sus brazos, sus pectorales, su espalda, luego aguantó la respiración y enjabonó su envidiable trasero, pero él se giró para decirle:
–Falta una parte y me gusta bien limpiecito, por favor.
Ella fijó su vista