Olivia terminó la copa que le habían servido, aspiró una gran bocanada de aire y se dirigió a Adrián:
–¿Bailamos otra vez?
–Sí, claro que sí –respondió lanzándole una mirada a su hermano, quien alzó una ceja.
–Vayan a divertirse, yo buscaré a mi esposa –indicó George.
Adrián rodeó la cintura de la capitana con sus brazos y ella colocó sus manos en el cuello de él, sus miradas conectaron, sus cuerpos se acoplaron siguiendo la música que inundaba el espacio.
–Adrián, en dos días regresaremos a Washington para continuar nuestra labor.
–Sí, así es.
–Mañana será un día de descanso, ¿tienes algo planeado?
–No, ya no –respondió con el rostro abatido perfectamente administrado.
–¿Por qué?
–Haré exactamente lo que se espera de mí, descansaré.
Olivia no dijo nada más, pero en su mente planificó algo que llevaría a cabo ese mismo día. Ya había entrado la madrugada cuando comenzaron a retir