El rostro de Raffaella mostró enseguida la gran preocupación que le produjeron las palabras de su esposo.
–Tenemos que hablar con Beatrice, independientemente de su reacción, debemos hacerla entender lo inconveniente y peligroso que sería que siga tratando a ese hombre.
–¿Sabes qué? Voy a ir a hablar con él.
–Ten cuidado cariño, no vayas solo.
–Si pongo en peligro a Sergio tu amiga me va a matar.
–Bueno, entonces has un despliegue de seguridad, que ese hombre sepa que estás muy bien protegido.
–No quiero que te angusties, iré, hablaré y volveré pronto para sentarnos con Beatrice, después estaré pendiente de Adrián. Esto me agota, puedo trabajar treinta y seis horas seguidas, pero estar persiguiendo jóvenes para que no se equivoquen es demasiado.
–Tu hija te adora y te escuchará, ni hablar de Adrián que parece tu clon. Lo único que me mantiene en vilo es que vayas a ver a ese hombre, pero si vas con esc