A la hora de dormir Tiberius abrazó, como siempre a Raffaella, pero ella estaba como ausente y él enseguida lo notó:
–Estás tensa bella mía, ¿quieres un masaje?
–Gracias amor, estoy pensando en nuestra hija y espero que haga caso y se aleje de ese hombre; la hemos educado con mucho amor y toda la confianza que se merece, pero sé muy bien que cuando las jóvenes se enamoran mienten.
–Y yo espero que solo se haya ilusionado con ese delincuente y no esté enamorada, me duele vigilarla, pero si es necesario lo haré, con el único fin de evitar que ese Stefano se acerque a mi princesa.
En su habitación Beatrice tampoco podía conciliar el sueño, ciertamente, se había ilusionado con Stefano y solo pensaba en que esa era la noche en la que habían quedado en verse, él la esperaba con un pase especial para uno de sus locales.
La joven fue hasta el vestidor donde en un rincón había ocultado el traje que pensaba lucir para él, lo tomó entre sus manos y tuvo una ve