El martes para Evana inició con la acostumbrada rutina de ayudar a sus hijos a prepararse para ir al colegio, desayunar con ellos y luego cada uno partir a su destino.
Llegó temprano a su oficina y fue recibida por Raffaella, quien la siguió indicándole los pendientes del día, en un momento, la asistente se armó de valor y le dijo:
–Señora Evana, ¿su hermano ya regresó a Estados Unidos?
–Sí, se fue esta mañana.
–¿Puedo comentarle algo sobre él?
–Por supuesto, dime.
–Amelia, una de las chicas del grupo secretarial, me dio a entender ayer que había tenido un momento muy fogoso con el señor Wellington en su oficina.
–Eso es desde todo punto de vista imposible.