Antes de acudir a la cena, la hija de Tiberius y Raffaella le envió un mensaje a ese supuesto amigo misterioso que no quiere revelarle a sus padres, allí le dijo que no la llamara hasta que ella le avisara.
–Mamá, te pido disculpas por mi comportamiento de antes –expresó al llegar al comedor y antes de sentarse a la mesa.
–Te disculpo, aunque lo más importante es saber que no se repetirá –señaló Raffaella con seriedad y contundencia.
–No volveré a faltarte el respeto mamá, te lo prometo.
–Muy bien, toma asiento por favor, ya voy a servir la comida.
Tiberius miró a su hija y con un asentimiento leve de su cabeza le dio a entender que había hecho bien, Raffaella puso una fuente en la mesa con una lasaña que olía exquisito.
–Uy, hiciste tu lasaña, me encanta bella mía –manifestó Tiberius relamiéndose.
–Sí mamá, siempre te queda deliciosa –agregó Beatrice, logrando una sonrisa de satisfacción en el rostro de su madre.