Cuando su madre lo miró con los ojos muy abiertos, George se paralizó un instante, pero enseguida reaccionó y corrió a esconderse detrás de las piernas de su padre; Adrián se llevó las manos a la frente negando; Tiberius los miraba a cada uno sin decir nada, pero con una sonrisa cómplice e Ignacio aguantó la respiración.
–No voy a hacer esperar a Michael, pero apenas termine, tú y yo vamos a hablar jovencito –dijo Evana señalando al gemelo menor que apenas asomaba un parte de su rostro.
–¿Ves lo que pasa cuando te entusiasmas demasiado? –le reprochó su hermano.
–Tendremos que decirle la verdad –expresó Ignacio.
–Están fritos los tres –exclamó Tiberius con burla.
–Los cuatro, porque tú sabías y nos guardaste el secreto –replicó Ignacio haciendo que Tiberius frunciera el ceño.
La sesión estuvo muy buena, Evana y Michael alternaron unos solos, ella con más entusiasmo que técnica, pero estaba radiante, emocionada y sus ojos brill