Tayron se levantó sobre la salida del sol vistió jeans, camisa de cuadros sobre una camiseta de asillas negra junto a sus botas, descendió de su habitación y llegó al comedor donde ya lo esperaba Cristian Pardo el capataz de la finca e hijo de Carmen.
—Buen día patrón, bienvenido.
Tayron apretó la mano de Cristian, un hombre corpulento de ojos verdes grisáceos y aspecto rudo, de cabello castaño largo recogido en una coleta y piel cobreada.
—Que tal Cristian ¿Cómo está malecha? —preguntó Tayron mientras tomaba asiento en el comedor e inicio con el jugo de naranjas recién exprimido.
—Bien patrón, estamos a la espera del veterinario y se programa que este pariendo sobre el medio día.
—Muy bien.
Después de desayunar, se pusieron en marcha hacia los establos de la finca, malecha era una pura sangre española o andaluza, de pelo negro azabache brillante y sedoso, este era su segundo parto, se esperaba un hermoso potro.
El gusto por los caballos Tayron lo había adquirido de su ab