Tayron estacionó frente al complejo de edificios de apartamentos en la torre de Vivian, dudaba si descender pero estaba cabreado, ella quería dejarlo así que iba hacerla rogar por regresar a su lado.
Se bajo del auto dando tumbos y subió las escaleras apretando la carta de dimisión en su mano y recordando la única vez que había estado allí golpeo sin delicadeza. Su ira aumento cuando la joven no abría así que comenzó a llamarla con su lengua enredada. Vivian estaba en su pequeña sala que se unía con su dormitorio, su cocina y su baño, pero todo era muy acogedor con colores pasteles en la paredes y varias plantas llenas de vida. >>Extrañare este lugar, pero sabía que esto iba ha pasar<< Pensó, mientras veía el abogado del diablo, su película favorita y introducía palomitas en su boca. Su cabello estaba suelto en ondas que dejaban caer el agua, vestía una pijama de camiseta y shorts en algodón de color rosado con muñequitos de perritos adorables. Ya la película se encontraba en la escena final cuando su paz y tranquilidad se vieron interrumpidas por un fuerte golpe en la puerta, observo su reloj pasaban de las once de la noche y no esperaba a nadie. Pero los siguientes golpes vinieron acompañados por un llamado —Vi…Vivian, abr…e Vivian se levantó de inmediato y apretó sus puños mientras su frente se fruncía con molestia ¿Qué hace aquí? ¿No le fue suficiente con decirme cara sucia? Pero tomo aire, posiblemente estaba ebrio, relajo un poco su torbellino de emociones interno y abrió la puerta —¿Qué lo trae por acá señor Reyes? Tayron la miro, ella tenía esa expresión inmutable, dándole a entender que no era bienvenido, aquella que había comenzado a expresarle hace dos semanas. >>¿Dónde está esa mirada de amor?<< Tayron no lo entendía, hace unas semanas todo era distinto. El traía en sus manos el documento de dimisión de Vivian, así que lo movió, con una sonrisa lasciva, dejando salir el olor a whisky y tabaco, había venido por una razón. —Voy a firmar el documento Vivian levanto su ceja con duda —No era necesario que viniera para eso, lo pudo haber enviado con Carlos mañana. Tayron avanzo hacia Vivian, que retrocedió, el llevaba una mirada peligrosa, esa mirada que hacía brillar sus orbes verdes dejando divisar las sutiles líneas de sus pupilas dilatadas llenas de deseo y hambre de poseerla. —Pero con una condición Vivian frunció su ceño y cruzo sus brazos —¿Cuál condición, señor Reyes? —Duerme conmigo está noche, quiero follarte. Vivian abrió sus ojos, pero bufo internamente, “Claro Tayron Reyes, no iba a estar feliz, hasta verla totalmente humillada y sin dignidad”. Pero a su mente vinieron las palabras de Sahara hace dos semanas cuando ella descubrió lo equivocada que estaba con ese hombre. “Pase lo que pase Vivían, no dejes que ese hombre se entere que vas a irte de las islas, que no sepa tu destinó, y si puedes hacer que firme los documentos es lo mejor, para que no te demandé por dimisión sin aprobación, tienes mucha información confidencial de su compañía” Así que tomo aire, si con esto obtendría su libertad estaba dispuesta hacerlo. —Muy bien señor Reyes, pero firme primero. El corazón de Tayron comenzó acelerarse solo ella causaba eso en el y recordó la primera vez que la hizo suya. […] La idea de Sergio en Palermo, quedó como un péndulo de reloj moviéndose de lado a lado en su cabeza. Mientras entraban en la gala de navidad, diviso a Vivian llegar con un hermoso vestido rojo que se ajustaba a su figura, llevaba su cabello castaño claro en sus ondas naturales suelto y sus ojos verdes brillaban con felicidad desbordante. Ya pasada la noche todos los empleados estaban más que animados y Vivían había bebido sin saber aquella droga, estaba feliz ya había decidido renunciar a la cadena para viajar a España con su amiga y abrirse paso en el mundo del derecho. Tayron estaba en uno de los pasillos exteriores al gran salón del evento, tenía su abrigo sobre su brazo, llevaba una camisa blanca tallada a su figura y unos pantalones azul oscuro que caían con la elegancia y refinamiento de un hombre como el. —Señ…or Rey..es — titubeó Vivian mientras se dirigía a los elevadores —Se que no le agrada, estar en las multitudes…pero aún así vino Tayron sonrió, nunca había visto a Vivian actuar tan libremente frente a el, siempre fue muy profesional y condescendiente. —Señorita Kudry…vt… Vivian comenzó a reír, Tayron levanto su ceja —¿Qué es tan gracioso señorita? —No hay necesidad que intente decir mi apellido señor… solo sígame llamando por mi nombré… Tayron sonrió Vivian se veía muy tierna y expulsaba sexualidad con aquel vestido rojo y en ese estado, ella continúo con su camino —¿A dónde se dirige? Vivian regreso su mirada sobre Tayron y el alcohol en su cuerpo la hicieron sonrojar —A mi habitación señor —La acompañaré, he tenido suficiente de este ambiente festivo Vivian asintió y subieron al elevador, ninguno dijo una palabra pero Vivían se comenzó a sentir mareada y cuando se abrieron las puertas bajo tanteando sostenerse de la pared así que Tayron la siguió —Déjeme ayudarla— susurro al oído de la joven que se sonrojo nuevamente Cuando Tayron la tomo de la cintura y de su brazo su corazón se aceleró alocadamente, nunca había estado tan cerca de el. Y pronto el olor de su perfume Versace comenzó hacer estragos en sus sentidos la menta mezclada con el ambroxan, el geranio y la esclarea, hicieron que todo su cuerpo se tensaran. —Está es mi habitación —dijo arrastrando sus palabras mientras la puerta se abría. —Sabe hoy se ve muy bella Vivian ya estaba perdiendo el control de si misma “He bebido tanto, o estoy en un sueño, el señor Reyes me está diciendo que soy bella” Ella no lo creía el nunca le había insinuado nada como ello —Se lo agradezco señor, que tenga una buena noche — Intento cerrar su puerta pero sus pasos fueron en falso y cayó al suelo, Tayron rápidamente la ayudo a levantar y la llevo hasta su cama. Su cuerpo se excito, sus pezones se erizaron y sus bragas se humedecieron ¿Qué me pasa? se dijo, mientras veía a Tayron ayudarle a quitarse los tacones y mirarla con deseo. Y desde allí no tuvo conciencia, cuando el se levantó mirándola con superioridad ella enrollo sus brazos en su cuello y junto sus labios en un roce peligroso. Tayron sonrió había logrado que ella diera ese paso ahora estaba bajo su poder, sin saberlo. […] Pero ahora estaba frente a el luciendo decidida mientras le extendía la pluma para que firmara el documento, así que se la arrebato con brusquedad y se tambaleó hasta la encimera de la cocina, para plasmar su letra sobre el papel. Vivian lo siguió y ayudándolo a estirar las hojas, dijo señalando con su dedo —Aquí y aquí Tayron frunció su ceja y una mueca de desprecio se formó en su labios. —¿De verdad crees que puedes deshacerte de mi? Vivían no respondió tomo el documento en sus manos y lo analizo sin expresión alguna, luego lo abandonó en el mueble de la cocina y camino de regreso hacia el saliendo de detrás de la encimera. Se paro frente a el y soltó un suspiro, luego lo tomo de la camisa y estampillo sus labios sobre los suyo, Tayron sonrió internamente y sus manos se apoderaron del cuerpo de la joven. Deslizó sus dedos por dobladillo de su blusa mientras soltaba el beso y se la quitó con desenfreno, luego volvió a reclamar sus labios en un beso más intenso. Ella quitó su camisa mientras sus manos temblaban, había sido la amante de ese hombre durante dos años, pero eso se acababa esa noche. Tayron la levanto de su trasero mientras ella enroscaba sus piernas sobre su cintura y sus pechos excitados chocaban con sus pectorales, el deseo era intenso cuando su cuerpo cayó con brusquedad en la cama y las manos del hombre terminaron de arrancar su pijama y se deshizo de su prendas inferiores con animosidad dejando su gran erección a la vista. — Eres mía Vivian, solo mía— gruño mientras la penetraba con intensidad. — Claro— susurro Vivian Pero ese susurro estaba lleno de sarcasmo, nunca más sería suya esa era la última vez que ella le permita tenerla. Tayron la consumió, sintiendo que todavía tenía el poder sobre ella, pero acababa de firmar lo que sería su arrepentimiento. Vivian despertó con un dolor intenso en su pecho pasaban las cuatro de la madrugada y tenia que prepararse para su vuelo, fue sigilosa y tomo una corta ducha quitándose los restos de esa noche con el hombre que dormía en su cama. Vistió un buzo, unos jeans, sus botas de invierno y su abrigó, tomo la maleta que ya tenía preparada y firmo su carta de dimisión poniéndola en un sobre, abrió despacio la puerta y dio un último vistazo a ese lugar y al hombre que dormía allí y una lágrima se deslizo por su mejilla. Pero la seco rápidamente con la manga de su abrigo y salió hacia su taxi que ya la esperaba. —Al aeropuerto por favor El conductor asintió e inicio su viaje.