Al día siguiente, la atmósfera en la mansión Montalbán era densa, llena de ansiedad y expectativas.
Fely, visiblemente nerviosa, llevó a Maryam de la mano hacia los laboratorios.
La pequeña, con sus ojos grandes y curiosos, sentía la inquietud de su madre, pero no comprendía del todo la gravedad de la situación.
La abuela, que los esperaba en la entrada, observó con una mezcla de amor y preocupación cómo entraban.
La idea de someter a la inocente Maryam a una prueba de ADN la llenaba de angustia, pero era un paso necesario en la búsqueda de la verdad.
Dentro del laboratorio, el ambiente era frío y clínico.
Los técnicos se movían con eficiencia, tomando las muestras de ADN de Maryam y su padre.
Fely apretaba la mano de su hija, tratando de transmitirle seguridad, aunque su propio corazón latía con fuerza.
“¿Qué pasará si los resultados no son los que deben ser? ¡Lo perderé todo!" , pensaba, sintiendo que la presión aumentaba con cada segundo que pasaba.
Más tarde, Mayte entró con Hern