Mundo ficciónIniciar sesiónCristina no podía creer lo que escuchaba. El corazón le latía con fuerza, y una mezcla de incredulidad y alegría la hizo temblar. Estaba feliz, tanto, que una lágrima se deslizó por su mejilla sin que pudiera evitarlo.
—¿Puedes venir hoy? —le preguntó Daniel, con voz esperanzada al otro lado del teléfono.—Sí, claro que sí —respondió ella, limpiándose la lágrima rápidamente.Cuando la llamada terminó, Cristina permaneció unos segundos inmóvil, con los ojos brillantes y el pecho agitado. Luego salió de la habitación con paso apurado, pero al llegar a la puerta se detuvo. La emoción era tanta que un sollozo se escapó de su garganta. En ese instante, una voz conocida rompió el silencio:—Cristina…Salvador estaba allí, con evidente preocupación en el rostro. Había escuchado su llanto y, por un momento, pensó que se debía a lo ocurrido la noche anterior. Al verla con lágrimas en los ojos, una opresión le apretó el pecho. No sabía si






